En la esquina izquierda del jardín,
siempre a la izquierda,
se encuentra la rosa china.
Desde allí sus trompetas suenan
de roja sangre sus penas.
Con cinco pétalos colorados,
conspicuas lenguas de fuego
cantan lamentos de angustia
con sus lágrimas de viento.
El viento las mece apenas,
el sol despierta su cuerpo
mientras su color recuerda
los gritos del pueblo muerto.
Flor de avispa o grosella,
sangre de Cristo y clavel,
mi rosa hibiscus espera,
la libertad del laurel.
ANY CARMONA
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